Todo preparado para irnos en Marzo. Todo reservado, y solo nos quedaba contar los días para irnos..., como siempre.
Sin embargo, todos sabemos que llego el confinamiento. Meses de espera e incertidumbre, y aún hoy, seguimos con la inquietud....
No obstante, en cuanto vimos un hueco de disponibilidad por fechas por mí parte, lo lanzamos en nuestro pequeño grupo de wasap, y en unos días, cerradas las reservas, con menos compañeros de los que eramos 4 meses antes, volvemos a la cuenta atrás.
Y esta vez sí que sí: nos vamos, que ya toca. Sábado 18 de Julio.
A las 6.00h ya esta Fernando, (Tiger 800), Jorge Fonseca, (Versys 650), y yo, por lo que tan solo nos quedaba recoger en Ibi a Rafa y Lola, (Vstrom 1000), y Pepe, (Vstrom 1000 también...). Y con solo 6, (nos faltaron Juanmi y Enrique, entre otros), seguimos subiendo por autovía hasta Lliria, Valencia, donde ya empieza lo bueno..., por Marines, (Valencia), a buscar Montanejos, Zucaina, (Castellón).
Será por la espera, pero, empezamos con las zonas de curveo intenso..., y fuimos en "modo sport" nada más empezar. Al ser un grupo muy pequeño, fuimos muy dinámicos en esas zonas, y llegamos al sitio reservado para el almuerzo..., pero, con una hora de adelanto¡¡¡
No pasa nada, un café, mientras hacen el pan, y a las 9.00h, el típico bocata de lomo, queso y tomate, café, y a seguir, que habían ganas...
Poco tráfico por la zona de Valencia a Castellón, pero, muchos ciclistas..., y algún grupo motero, disfrutando como todos de la zona, y sobre todo, de la sensación de libertad de vuelta.
Y otra vez, llegamos pronto al restaurante para comer, a las 14.00h. (En este viaje, hemos optado por apretar menos los horarios, y tener más libertad de acción, para parar, o poder visitar todo lo que teníamos planeado...).
Culla, Castellón.
Arroz al horno.
Y la cuajada casera..., lastima no tener la foto.
Definitivamente Culla merece la pena parar a comer. En los dos restaurantes que hemos comido en diferentes viajes, muy bien los dos, tanto en comida, como en el trato. Seguro que volvemos más pronto que tarde.
El camino hasta el hotel, era corto, pero, muy intenso...
De izq. a derecha, y de arriba a abajo: Seigen, Rafa, Fernando, Pepe, Lola y Fonseca.
Hemos vuelto al formato ruta secreta, y solo Fernando y yo llevamos la ruta y los horarios...., por eso, cuando divisamos Morella, (Castellón), desde un mirador muy concurrido, todos pensaban que dormiríamos allí. Pero, en esta ocasión, fuimos a un sitio nuevo para todos...
Sin embargo, poco antes de llegar: Santuario de la Balma, (Castellón).
Mis compañeros no lo conocían, y ya que pasamos por la puerta, no era cuestión de no parar a verlo por dentro.
Y las vistas, espectaculares.
Y desde el interior...
Llegamos antes de las 18.00h. cuando cerraban el Santaurio.
Y a las 18.30h, ya llegamos al hotel Castellote, en Castellote, Teruel.
En todo el hotel, solo había moteros. Un grupo de Yamaha FJ1200, algunas mimadas hasta el extremo..., y nosotros.
Ducha fría, un poco de relax...., y aunque íbamos preparados para la piscina, decidimos por unanimidad, y sentido común, obviar ese extra del hotel, e ir directamente a tomar algo frío al pueblo.
La idea era ver el pueblo, sobre todo, el castillo templario...
Pero, el calor que nos cogió al pasar Morella, nos fundió del todo...., oscilamos entre los 23º a los 33º, y junto al ritmo intenso, nos pasó factura. No obstante, ya estamos pensando en volver, directos, y ver el pueblo como se merece.
Y de vuelta al hotel:
Habitaciones grandes, con dos camas dobles, y el aire acondicionado muy bueno, no se escucha ni de noche.
Ideal.
Rafa, Lola, Pepe, Fernando, Seigen y Fonseca.
A pesar de que la habitación era una pasada, lo mejor del hotel es su personal, y sobre todo, la cocina. Muy "pijotera", pero, increíble lo bueno que esta todo.
Rafa, Lola, Pepe, Fernando, Seigen y Fonseca.
Rafa y Fonseca.
Pepe, Lola y Rafa.
Los champiñones con un nombre raro, pero, rellenos de marisco, y con la salsa que era una gozada. Lo mejor de la cena. Salvo por la compañía, siempre.
Salmón.
Fernando y Pepe.
Lola y Rafa. Y mención especial para Lola, la única mujer del grupo del viaje. Le reconozco el merito, sobre todo, por el calor, y el ir de acompañante.
No nos damos cuenta del esfuerzo que hacen a veces por acompañarnos, sobre todo, porque no conducen ellas.
Postre y café, y poco más tarde de las 22.00h, disparados a descansar, que había sido un día de pocos kms, pero, duros por el calor, e intensos por el ritmo...
Domingo 19 de Julio. A las 8.00h todos en el comedor, y con ganas de más curvas.
Desayuno completo, más zumo y café.
Fernando y Pepe.
Poco después de salir del hotel, a visitar el embalse de Santolea, Teruel.
Fotos rápidas para el recuerdo.
Pero, al asomarnos para ver el agua...
Decepción máxima.
Algo no cuadra, hay sequía, pero, en esta zona, esta todo a reventar de verde y de color...
Nos vamos pensando porque esta así el embalse. No es normal.
En este punto, fue el único en el que me perdí llevando al grupo. Nos desviamos un poco para poder ver el embalse, y el GPS re calculo rápido, y no me di cuenta. Nos costo pocos kms recuperar el camino, tirando de Google Maps, y viendo opciones en movimiento con los inter comunicadores, y de paso, vimos que el embalse estaba en obras, y que un poco más arriba, esta vez sí, había otro embalse, a reventar de agua.
Y poco después:
El Domingo nos estaba castigando fuerte con el calor...
Sin embargo, merece, y mucho la pena llegar hasta aquí.
El pino situado estrategicamente para dar sombra...
Fonseca, Seigen, Pepe, Fernando, Lola y Rafa, desde Ejulve, Teruel.
Llegados hasta aquí, debo reconocer que conozco la zona, y hasta llegar hasta aquí, no tiene desperdicio, como siempre, Teruel nunca falla, pero, el tramo que viene después..., es sencillamente brutal, con curvones amplios y rápidos, que invitan a tirar la moto, dejarte llevar, y abrir gas, y más gas...., esa bajada la voy a recordar con mucho cariño, y la próxima vez que vengamos, que lo haremos, será de subida...
Y casi sin darnos cuenta, veo la indicación de Pitarque, Teruel, y por el comunicador a Fernando, hay que tirar por allí, hay 3 túneles de piedra que os van a gustar a todos...
Y en apenas 1 km...
Fonseca.
Fernando.
Solo nos quedaba seguir....
Un pequeño inciso..., en todos estos meses, todos sabíamos que habría luz al final del túnel..., pero, hasta no llegar hasta el final, fue duro.
A veces cuesta un poco más de lo normal hacer una buena foto...
Y llegamos al siguiente objetivo:
Estos paisajes son lo normal en toda la ruta.
Seguimos bajando...
Continuamos por Allepuz, Gudar, Alcalá de la Selva a Mora de Rubielos, que para nosotros es donde oficialmente acaba lo bueno...
Y con las altas temperaturas, un ejemplo de la cantidad de bichos que nos encontramos..., en este caso, una mariposa...
Después a Camarena de la Sierra, a comer en Riodeva, Teruel, y este tramo, fue el peor de todo el fin de semana con diferencia. Mucha gravilla suelta, demasiada, más un tramo detrás de sendos 4x4 de bomberos y brigadas de limpieza, en los que literalmente, no hay espacio físico para adelantar.
No obstante, llegamos antes de las 15.00h para comer, según lo previsto:
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Rafa, Pedro, (el dueño de El Salón de Riodeva, cuyo trato siempre es el mejor), Lola, Pepe, Fonseca y Fernando.
Trucha de segundo, cuajada o mousse de yogurth de postre, el café, y poco antes de las 17.00h el triste camino de vuelta por la N-330 hasta Almansa, y autovía hasta casa.
Como siempre, el binomio Castellón-Teruel siempre es una apuesta segura, y por eso, siempre que podemos, volvemos para buscar algún puerto o carretera sin explorar, algo que cada vez es más difícil. De todas formas, para mí, Teruel en verano pierde parte de su encanto, de su dureza propia del frío, la humedad, la forma tan agresiva en la que baja la temperatura cuando se va el sol..., pero, esta vez, hemos podido disfrutar de un ritmo por el estado optimo del asfalto, que también es de agradecer. Aunque oscilar entre los 23º de primera hora del sábado, a los 39º de vuelta el domingo, agobian.
Además, estas rutas, con todas sus horas de planificación, y por supuesto, la ejecución, siempre es cosa de dos..., y el trabajo más duro es el de Fernando, buscando las mejores opciones de hotel y restaurantes, y después, adaptar la ruta a esos puntos, es lo más fácil.
En total, 1.000 kms en dos días, (faltan los 4 kms hasta la gasolinera), que se nos hicieron más duros el sábado, por el madrugón, y el domingo, fueron más asequibles.
Tenemos que repetir esta ruta.
Sobre todo, por todos los compañeros que sabemos que querían venir, pero, que por multiples y variadas razones, no han podido. Por ellos, volveremos.
La próxima más y mejor..., cuando nos dejen.